viernes, 28 de septiembre de 2018

Parada del colectivo. R


Serie: Regreso

Fotos: HondaClub Argentina / AGN
 
Parada del colectivo
Un “¡parada!”, o “en la esquina”, o “en la esquina chofer”, o “en la esquina por favor” si eras un poco mas educado; bastaba para que el conductor te arrimara al cordón y bajaras del colectivo. Un poco mas grande ya “te tirabas” cuando aún estaba en marcha; demostrabas que eras un muchacho piola.
Como referencia de la parada había un cartelito de chapa pintada con una P y el número de la línea; según las esquinas estaba clavado en un palo de luz o en el árbol mas cercano. En una época pusieron un poste indicador, elemento que señalaba con exactitud el lugar de detención. Eran de madera, con base cuadrada y terminado en pirámide; en la parte superior, pintados con letra de molde y alineados en vertical los números de la línea. Estaba erguido y a unos centímetros del cordón. Era casi innecesario, pues todo el mundo sabía dónde era la parada del único colectivo que pasaba por allí. Quizás los habían puesto, imitando a los de la Capital, esperando que el barrio creciera.
Por supuesto, hoy como ayer, no hay que esperar un techo protector; el árbol cercano cumple la función de refugio de la lluvia, del viento y del sol. Es cuestión de acomodarse en el entorno del tronco, o de aguantar las inclemencias del tiempo.

Hubo un tiempo, que esa parada sufrió mi inquietante espera. El corazón saltaba cuando se acercaba el colectivo, y observaba algún bulto parado cerca de la puerta. Esperaba que fuera ella. Repetía, una y otra vez, en silencio su nombre, como convocando al destino para que la trajera.
Si no venía, nuevamente, a recostarme en el tronco del plátano. Nunca parado junto al poste o caminando por allí. Era como si el árbol me refugiara; calmaba mi pasajera desazón, y volvía a entregarme la esperanza.
JNB. Dedicado a Bernardo Ortiz

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