Casa-estudio,
Helsinki, Finlandia
Alvar
Aalto y Aino Mario. 1934 – 1936
La
habitación, sus paredes, la ventana, los muebles, no son nada sin la
luz. Son las sombras, la penumbra o la fuerte iluminación las que a
través del día y de las estaciones van haciendo que esos mismos
componentes vayan adquiriendo formas distintas y hablen diferentes
idiomas.
La
fuerte luminosidad endurece las aristas y las esquinas; los brillos
se hacen potentes, deslumbrantes y a veces enceguesedores. La dureza
acaricia las cosas haciéndolas reales y persistentes.
Con
la penumbra los cuerpos diluyen sus formas. La memoria de lo
inmaterial cobra vida. Las certezas se vuelven posibilidades, el
mundo comienza a ser desconocido, la magia envuelve los objetos; la
dimensión de la intimidad se abre como un capullo ante nuestros
ojos.