Coro de la Iglesia.
Convento de San Esteban. Salamanca
El
coro de generosas dimensiones facilita la plegaria en comunidad. La
sillería encargada por fray Francisco de Araujo, obispo de Segovia,
está preparada para ello y es obra de Alonso de Balbás que concluye
en 1655. Es sencilla y clásica, destacándose el trabajo de la
crestería en la que participó el tallista Juan de Mondravilla. Este
también ejecuto el enorme facistol.
Otro
elemento que se destaca en el coro es el fresco de Antonio Palomino
que representa a la Iglesia Militante y Triunfante, realizado en
1705. Para este entonces el pintor es reconocido como uno de los
mejores de España. La obra debía adaptarse a la pared del fondo de
la iglesia que terminaba, siguiendo la bóveda, con un arco de medio
punto.
El
primer plano está dedicado a la Iglesia Militante, que es
representada con la carroza en alusión a la cuadriga de Zacarías, y
por una mujer que lleva como atributos el libro de los evangelios, la
cruz, la custodia, la paloma del espíritu santo, la capa fluvial, la
piedra cuadrada. A su lado, la Verdad, con un sol que levanta con la
mano, y acompañándola, santo Tomas de Aquino que porta la pluma y
el libro. Asimismo van las virtudes teologales, Fe, Esperanza y Caridad, y las cuatro Virtudes cardinales: Prudencia, Justicia,
Fortaleza y Templanza.
Debajo
de la carroza una serie de animales representan los siete pecados
capitales: el oso, la ira; el avestruz, la gula; el pavo, la
soberbia; el lobo, la avaricia; la cabra, la lujuria; el perro, la
envidia; la tortuga, la pereza. Atropellados por los caballos
hallamos tres figuras que representan la Ignorancia, el Error y la
Herejía.
En
el centro de la representación Santo Domingo señala a la Virgen,
mientras sostiene el Rosario ayudado por la Fe. María Santísima
intercede por la iglesia sobre un trono de nubes, acompañada de
Vírgenes y Santas, entre las que se destacan Santa Catalina de
Siena y Santa Rosa de Lima. En el extremo opuesto san
Esteban, san Antonino de Florencia, entre muchos otros.
La
Iglesia Triunfante, en la parte superior, es iluminada por la
Santísima Trinidad, e inmediatamente las figuras del Señor y de
Cristo. A un lado, el privilegiado San Juan Bautista, y por el otro
los Apóstoles.
Es
un fresco propio del barroco, colmado de referencias teológicas,
símbolos y alegorías. Se presenta como el gran escenario de la vida
en donde domina, en la composición, el horror vacui.