lunes, 1 de octubre de 2018

Arboles en la vereda. R

Serie: Regreso. 



 
Arboles en la vereda
Calles remolonas, con los árboles alineados en la vereda, en ritmo lento. Algunos se han ausentado; han dejado la huella de su presencia en el cuadrado del piso, en espera de un nuevo ejemplar para acogerlo. Entristecen esos espacios vacíos que nadie llena; en especial, los que como este, están frente a una vivienda. Es como si los dueños de esas casas hubiesen perdido la ilusión de tener su sombra, de estar acompañados por el canto de los pájaros, o de verlos crecer.
Ni siquiera han puesto una planta suplantando al tronco perdido. Solo crecen unos yuyos encaprichados por no dejar el hueco vacío. Como bocas hambrientas buscan una esperanza en la madrugada, cuando la mirada de algún caminante soñoliento los convierte en jardinera, o por la tarde, cuando la imaginación abierta del niño los transforma en una extensa selva tropical en donde se aventuran los descubridores, o en una isla en dónde recalan los corsarios sedientos de riqueza, en búsqueda del tesoro.
Y en algunos casos, la desidia los convierte en basureros, una forma de afirmar su ausencia. Entonces, la muerte recala en sus entrañas colmada de venganza, o de desprecio; irrumpen las pesadillas ahogando el lugar con su olor nauseabundo, mientras la ponzoña cría en su corazón desesperado el desasosiego.
De la administración municipal no se puede esperar nada, en especial en lugares como éstos en que ni los vecinos mas comprometidos mueven un dedo insistiendo a que los burócratas puedan hacer algo para que un nuevo retoño anide en el sitio.
JNB. Dedicado a Rosita Ortiz, de Turdera


Pesadilla

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