Verdun. La tranchée des baïonnettes
Es de la misma naturaleza física que
el reptil. Una dama de ojos exorbitados solía poner sus gritos en
esas piedras; mientras era enlazada, sus manos encrespadas marcaban
la materia inerte dándole vida.
La angustia se apoderó de esos
rincones, sosteniendo la imagen de una garganta hinchada y
estrangulada por la fiereza.
Hoy, pocos recuerdan sus aullidos,
aunque es posible verlos en los agujeros profundos de las ventanas, o
en las cornisas perfectas.
JNB
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